Cada diseñador tiene su propio ritual creativo, pero si algo he aprendido con el tiempo es que tener un método claro no solo mejora los resultados, sino que también te ahorra tiempo, bloqueos y frustraciones.
En este post te comparto cómo suelo estructurar un proyecto creativo desde cero: desde que llega el briefing hasta que entrego el diseño final. No es una fórmula mágica, pero a mí me funciona y espero que también te inspire.
1. Comprender el contexto
Antes de abrir cualquier programa de diseño, lo primero que hago es entender el proyecto a fondo. ¿Qué necesita el cliente o la marca? ¿Cuál es el objetivo del diseño? ¿A quién se dirige?
- Leo el briefing (o hago preguntas si no lo hay).
- Analizo el tono, los valores y la personalidad de la marca.
- Investigo el mercado y a la competencia directa.
Esta fase es clave para no diseñar en el aire. Cada decisión visual debe tener un porqué.
2. Investigación y referencias
Con el contexto claro, paso a la fase de inspiración y análisis visual.
- Busco referencias (en webs como Behance, Pinterest, Cosmos, etc.).
- Armo un moodboard con elementos que me resuenen: colores, estilos tipográficos, composiciones, etc.
- Identifico tendencias que pueden funcionar y otras que prefiero evitar.
Esta etapa me ayuda a aterrizar ideas, definir el tono visual y empezar a imaginar cómo podría lucir el resultado.
3. Conceptualización
Aquí es donde la estrategia se cruza con la creatividad. Me gusta trabajar con una idea fuerza o concepto que guíe todo el diseño.
- Pienso en metáforas, mensajes clave o valores que se puedan traducir visualmente.
- Esbozo ideas sueltas en papel o en Figma/Illustrator sin buscar perfección.
- Elijo una dirección clara para avanzar.
El concepto es el hilo conductor que mantiene la coherencia del proyecto.
4. Bocetos y primeras pruebas
Empiezo a traducir ideas en formas más concretas:
- Hago bocetos rápidos (en digital o analógico).
- Pruebo tipografías, paletas de color y composiciones básicas.
- Creo una primera versión del diseño (o varias si tengo dudas).
Este es un momento de exploración libre, donde no hay respuestas correctas todavía. Me permito probar y equivocarme.
5. Desarrollo del diseño final
Con una dirección validada (ya sea por mí o por el feedback del cliente), desarrollo la propuesta final.
- Refino cada detalle: espaciado, jerarquías, color, tipografía, imágenes.
- Me aseguro de que sea funcional, legible y adaptable a distintos formatos.
- Aplico el diseño a las piezas necesarias: redes, papelería, web, etc.
Aquí es donde el diseño cobra vida con intención y cuidado.
6. Entrega y cierre
Finalmente, preparo todo para entregar:
- Archivos organizados y exportados en los formatos adecuados.
- Manual o guía de uso si es necesario.
- Revisión final antes del envío.
También me gusta cerrar el proyecto con una pequeña reflexión: qué funcionó bien, qué podría mejorar y qué aprendí del proceso.
Cada proyecto es distinto, pero tener una estructura clara me permite adaptarme sin perder el foco. Diseñar no es solo hacer cosas bonitas: es pensar, conectar ideas, resolver problemas y comunicar con intención.